El hamster nunca juega por placer o por el mero hecho de divertirse, ejercitarse o pasar el rato. Para el esto significaría un despilfarro de energía totalmente inútil. Buscar alimentos en las zonas desérticas es un trabajo muy duro y ha aprendido a economizar calorías.
Al ser un animal solitario, tampoco juega con otros de su especie, que es lo que hacen los animales que viven en grupos o clanes familiares. Del hamster no podemos esperar más reacciones que aquellas que correspondan a sus pautas de comportamiento naturales.
Los padres deben explicar a los niños que al organizar un parque recreativo para su hamster deben tener en cuenta las prioridades de este a la hora de elegir los juguetes. A los hamsters pueden no interesarles nada los juguetes que se parezcan a los de los niños. Prescinda ante todo de cosas tales como el "coche para hamsters" o la "bola para hamsters". Hay que ser muy inconsciente para encerrar a un pobre hamster en uno de estos artilugios y disfrutar viendo como hace que se mueva al correr en su interior. El animal corre cada vez más aprisa para intentar salir de esa cárcel y lo único que consigue es aumentar la velocidad. ¡Es un juego macabro!
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